La Asamblea General de la ONU decreto en el año 2012 que el 20 de marzo se celebrase el Día Internacional de la felicidad para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos.
La Asamblea General reconoce el objetivo de la felicidad como una meta humana fundamental y pide «un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado del crecimiento económico que promueva la felicidad y el bienestar de todos los pueblos».
Señala que los gobiernos y las organizaciones internacionales deben invertir en condiciones que favorezcan la felicidad mediante la defensa de los derechos humanos y la incorporación de las dimensiones de bienestar y medio ambiente en los marcos políticos. La eficacia de los gobiernos en el mantenimiento de la paz y el orden social, así como en los ámbitos de la recaudación de impuestos, las instituciones jurídicas y la prestación de servicios públicos, está estrechamente relacionada con el promedio de satisfacción vital.
Nuccio Ordine, filósofo italiano y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023, ha declarado que “para ser feliz hay que aprender a gozar, no a poseer”.